FELICES SON LOS AFLIGIDOS

Felices los que sufren, los que lloran… los afligidos. ¡Qué gran contradicción! Pareciera que la aflicción no tiene lugar en la felicidad. En nuestra forma de comprender la vida, la aflicción es contraria a la felicidad. Pero hay una gran verdad: nadie atraviesa la vida sin sufrir. Es una gran mentira creer que la vida pueda ser todo de colores, sin penas ni lutos. La gente se enferma, algunos fueron abandonados o rechazados, algunos traicionados o no han tenido la comprensión necesaria. Algunos no recibieron el amor que creían o que debían recibir. Al fin de cuentas, la aflicción, el dolor y el llanto llegan a nuestras vidas.

Sin embargo, en un texto bíblico dice que Dios mismo nos restaurará, nos hará fuertes, firmes, y nos dará seguridad.

El que atravesemos distintas aflicciones, y nos acerquemos a Dios para recibir su abrazo y amor, nos brinda la oportunidad de poder ser restaurados por Él. Debemos creer en estas palabra de Jesús: los que lloran, recibirán consolación.

Y no solo podemos recibir el abrazo de nuestro Dios en cualquier aflicción de nuestras vidas, sino que además, recibiremos la consolación eterna: seremos recibimos en los cielos por haber creído en las palabras de Jesús, y viviremos eternamente sin dolor, angustias o llantos. Porque en la presencia eterna con Dios la felicidad será plena.

¡Felices son los afligidos! Porque Dios no se olvida ni desampara a ninguno de sus hijos. Porque aquellos que creyeron en Jesús, son hijos de Dios y son herederos de todas las promesas que Él nos hizo.

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