¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?

Cuando iniciamos un proyecto, una empresa, o simplemente planificamos, tratamos de pensar y anticipar todo lo que puede suceder. Obviamente suponemos lo bueno y lo malo. Pero no empezamos algo pensando en que no tendríamos que hacerlo porque hay riesgos negativos, sino que empezamos por todo lo positivo que puede suceder.

Cuando Dios hizo el mundo y a la humanidad, pensó en lo positivo que podría suceder. Pensó en la relación de amistad entre Él y su creación, y en que nosotros seamos representantes de su autoridad en la Tierra. Por supuesto, semejante responsabilidad sería puesta a prueba: Dios les ordenaría que no coman del fruto prohibido. Pero el fruto en sí no tiene nada en particular: simplemente es la acción de obedecer, de poder sujetarse a la autoridad del creador.

El hombre y la mujer fallaron, y esta falla originó la maldad dentro del mundo. Aquello “malo que podría suceder”, se hizo real por la decisión propia de la creación, no de Dios. El hombre y la mujer eligieron no respetar la autoridad de su Creador y rechazar su consejo.

Las cosas malas suceden porque, como humanidad, decidimos hacer lo malo, rechazar lo que Dios nos dijo y, básicamente, hacer “la nuestra”. Y nadie puede estar exceptuado, porque esa rebeldía manchó a toda la creación (¡incluso afectando a la naturaleza!). Como el sol sale para todos, y la lluvia se dispone para todos, de la misma forma el mal nos afecta a todos por igual, interna y externamente. Por eso las cosas malas algunas veces le pasan a los “malos” y muchas veces a los “buenos”. Aunque sabemos que buenos y perfectos no existen. Y por eso también el mal nos cae.

¿La solución? Te invito a buscar el camino de Jesús. A sacar tus ojos de las circunstancias inmediatas, efímeras y finitas, para poner tus ojos en la eternidad. Para que puedas entender que el mayor regalo de Dios, su hijo Jesús, fue enviado para que podamos tener vida eterna, una vida donde no existirá el mal y podremos disfrutar de Su presencia.

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