El Rey correcto

En medio del juicio injusto que estaban haciendo a Jesús, los jefes religiosos de Israel deciden llevarlo ante el gobernador romano Poncio Pilato para darle muerte.

Pilato, después de examinar a Jesús y hacerle algunas preguntas, decide dar una nueva opción a los judíos: hace llamar a Barrabás. Ésto lo podemos encontrar en el capítulo 18 de Juan:

“Y dicho esto, salió otra vez a decirles a los judíos: «Yo no hallo en él ningún delito. Pero ustedes tienen la costumbre de que les suelte un preso en la pascua. ¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos?» Todos ellos gritaron de nuevo, y dijeron: «¡No sueltes a éste! ¡Suelta a Barrabás!» Y Barrabás era un ladrón.”

Evangelio de Juan 18:38b-40

El apóstol Juan nos aclara que Barrabás era ladrón. Pero si leemos esta misma escena en otro evangelio, como el de Marcos, vemos que también era un rebelde político que había originado una manifestación pública, probablemente en contra de Roma, y había ocasionado una muerte.

A simple vista, Barrabás pareciera ofrecer la solución que los líderes religiosos esperaban: liberarse de la opresión y la maldad del imperio Romano. Mientras que Jesús, como dice en el versículo 36, habla de un reino que no es de este mundo.

Barrabás representa nuestras posibilidades y capacidades humanas: las fuerzas políticas, el dinero, el puesto de trabajo, los logros, la experiencia, las cosas que hacemos para sentirnos “bien”, “seguros”, “útiles”, “salvos”.

En Juan 19:15, los líderes religiosos finalizan la escena diciendo: “No tenemos más Rey que César”, y deciden valorar el camino de los esfuerzos humanos, la posibilidad de liberarse del imperio romano para gobernarse a sí mismos. 

Rechazan al Rey que vino a establecer un reino espiritual y eterno, para practicar el “modelo de Barrabás”, convencidos de que eran capaces de su propia liberación. Convencidos de que la liberación era eso: salir de la opresión de un gobierno terrenal.

Esta escena de la vida de Jesús narrada en Juan nos recuerda que debemos seguir al rey correcto. 

Los religiosos de ese momento eligieron al poder político como su rey. Pero lo más sabio es confiar en el reino espiritual, que gobierna sobre toda realidad.

No se puede tener, seguir ni servir a dos reyes. Jesús es nuestro Rey.

Nuestro paso por esta vida es pasajero, pero su reinado será eterno.

Basado en el Capítulo 18 del evangelio de Juan.
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